La elección del cardenal Robert Francis Prevost como papa León XIV puede representar la culminación de un cambio notable en el catolicismo mundial, que vio cómo la innovación de origen estadounidense transformó la forma en que se practica, se comparte y se mantiene la fe en la era digital.
Mientras Silicon Valley pasó décadas revolucionando las industrias tradicionales, los emprendedores católicos aplicaron principios de innovación similares a la práctica religiosa. ¿El resultado? Un floreciente ecosistema de “startups espirituales” que logró lo que las instituciones eclesiásticas buscaban: hacer que las antiguas tradiciones sean accesibles, atractivas y relevantes para los creyentes modernos.
El éxito de estas iniciativas es difícil de exagerar. Hallow, una app católica de meditación y oración, se ha descargado más de 20 millones de veces en 150 países, y sus usuarios han rezado a través de ella más de 400 millones de veces desde su lanzamiento en 2018. Logró la hazaña aparentemente imposible de superar a Netflix, TikTok e Instagram en la App Store de Apple, especialmente durante épocas de gran actividad espiritual como la Cuaresma.
Este enfoque estadounidense de evangelización contrasta radicalmente con los modelos europeos, que suelen depender de la financiación diocesana, la infraestructura editorial tradicional y la sostenibilidad institucional. El modelo estadounidense abraza la dinámica del mercado en lugar de resistirse a ella.
Quizás nada demuestre más el poder de la innovación católica que el imperio de los podcasts de Ascension Press. El podcast “La Biblia en un Año”, presentado por el padre Mike Schmitz, alcanzó el número 1 en Apple Podcasts en todas las categorías en dos ocasiones, superando a sus competidores seculares de entretenimiento, noticias y comedia. Con más de 700 millones de descargas es el podcast religioso más exitoso de la historia.
La fórmula se repitió con “El Catecismo en un Año” y, más recientemente, con “El Rosario en un Año”, que alcanzó el número 1 en Apple Podcasts en todas las categorías en su primera semana de lanzamiento. Lo más destacable es cómo estas iniciativas han transformado la práctica religiosa diaria de millones de personas. El formato podcast integra a la perfección el contenido espiritual en los estilos de vida modernos.
Un elocuente defensor de este modelo es el obispo Robert Barron, cuyo ministerio Word on Fire reinventa la forma en que el pensamiento católico se relaciona con la cultura contemporánea. Lo que comenzó como simples reflexiones dominicales sobre el Evangelio se convirtió en un imperio multimedia global que llega a millones de personas.
Word on Fire acumuló la extraordinaria cifra de 1,9 millones de suscriptores en YouTube y casi 200 millones de visualizaciones desde 2007, creando más de 1500 vídeos que combinan la profundidad teológica con la relevancia cultural. Lo más significativo es que Barron anunció en enero de 2025 la fundación de una orden religiosa dedicada por completo a la evangelización digital, una fusión de las antiguas estructuras católicas con el trabajo misionero de vanguardia.
“The Chosen”, aunque no es cien por cien católica, ejemplifica otro enfoque claramente estadounidense de la innovación basada en la fe. Su creador, Dallas Jenkins, evitó los estudios tradicionales mediante la financiación colectiva, recaudando más de 10 millones de dólares de aproximadamente 16.000 donantes de todo el mundo.
Desde entonces, la serie se ha convertido en un fenómeno mundial, y Amazon MGM Studios ha conseguido recientemente los derechos exclusivos de transmisión en Estados Unidos en un acuerdo histórico. Sólo la quinta temporada recaudó casi 60 millones de dólares en taquilla, lo que contribuyó a unos ingresos globales de aproximadamente 140 millones de dólares en 55 países. Este puede ser el aspecto más estadounidense: la confianza en que los contenidos basados en la fe pueden competir en los mercados mainstream cuando se ejecutan con excelencia.
Para muchos católicos, la elección de León puede representar la validación de una contribución estadounidense al catolicismo mundial, caracterizada por el espíritu emprendedor, la adopción de la tecnología y los enfoques innovadores de tradiciones antiguas. Los primeros indicios parecen prometedores, ya que el padre Prevost, futuro papa, destacó en una presentación ante el Senado de Obispos en 2012 la importancia vital de las herramientas de comunicación modernas para la evangelización, destacando en particular las plataformas de redes sociales como valiosas cuando se utilizan adecuadamente.
La innovación católica ya transformó la forma en que millones de personas viven su fe en todo el mundo. La revolución digital precedió al papado de León y seguirá evolucionando independientemente de la política del Vaticano. La Iglesia que León lidera ahora es una en la que millones rezan a diario a través de aplicaciones, descubren las Escrituras en podcasts y encuentran comunidad en espacios digitales, innovaciones que habrían sido inimaginables hace sólo unas décadas.
La tecnología no es ni intrínsecamente sagrada ni profana: sólo se convierte en vehículo de la gracia cuando se diseña y se utiliza de forma intencionada. El genio distintivo de la innovación católica estadounidense ha sido precisamente esta intencionalidad: aplicar métodos empresariales a fines espirituales sin comprometer la esencia de la fe.
Federico N. Fernández es Presidente de Fundación Internacional Bases.
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