Le gusta el seco de cabrito y el ceviche. Nació en Estados Unidos, pero la mayor parte de su vida la ha pasado en el Perú, al norte, en donde para mucha gente es solo el padre “Roberto”; hace solo dos años, cuando se marchaba, diría que se iba: “a seguir adelante como misionero adónde Dios me llame”. Nadie sabría el destino que le esperaba.
En el Perú, que tiene tres expresidentes en la cárcel y en donde cada día seis personas son asesinadas, que sufre por la delincuencia y las extorsiones, la noticia de la elección de un Papa de nacionalidad peruana, trae algo más que una fresca brisa de esperanza. “Dios se ha acordado del Perú” dicen muchos peruanos en las calles, dando vivas a quien los ha reconocido como un pueblo de fe.
Si la noticia de su elección fue una sorpresa, la referencia a la ciudad de Chiclayo y al país en su primer discurso, en plena Plaza San Pedro, despertó la algarabía; doce horas después de haber asumido el cargo, ya se venden remeras con su rostro.
Más importante que el hecho de que hable español, es que Robert Prevost ha conocido de cerca la pobreza en tierras latinoamericanas, no necesita de nadie que se lo cuente. Ha recorrido pueblos a caballo y ha andado por las calles en los peores tiempos de la pandemia para dar un mensaje de solidaridad y compañía.
Nunca sabremos qué tanto tuvo que ver Jorge Bergoglio en su elección y qué tanto el Espíritu Santo, pero con sus antecedentes pastorales León XIV empieza con los mejores auspicios.
Claro que solo el tiempo podrá permitir apreciar su legado y su aporte para acercar más la Iglesia a la sociedad y a los jóvenes. Ello, junto con la interminable búsqueda de la paz, son acaso sus mayores retos.
Será interesante tener un Papa -por primera vez agustino- que ha estudiado matemáticas, teología y derecho; como lo será también ver qué tanto habrá de influir en sus decisiones su nacionalidad de dos países tan disímiles.
Asimismo, seremos espectadores de una nueva bipolaridad en el mundo con Trump por un lado y Prevost por el otro. ¿Qué influirá más en el planeta: los aranceles y el discurso provocador de uno o las oraciones y la prédica conciliatoria del otro?
Chiclayo, la ciudad en el Perú que tuvo como Obispo a Roberto Prevost, es llamada “la Ciudad de la Amistad”. Siendo conocida la gastronomía peruana, algunas personas se preguntan si echará más de menos el arroz con pato o el King Kong (una especie de alfajor gigante). Difícil saberlo, lo importante es que no extrañe la amistad.
En el Perú, que hemos sobrevivido a tantas cosas, solemos decir que Dios es peruano; de lo que hoy tenemos certeza es que al menos el Papa tiene la nacionalidad y hasta podría votar en las próximas elecciones; pero mejor dejarlo tranquilo; Dios lo libre de tan mundanos (e inmundos) trances .
Ronald Cárdenas Krenz es Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima
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