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      Benjamin Lacombe en la Feria del Libro: “Vivimos entre Bambi y Dorian Gray”

      • El gran ilustrador francés vino a presentar su versión de El retrato de Dorian Gray, la gran novela de Oscar Wilde.
      • También trajo Historias de mujeres samuráis, sobre personajes históricos y de leyenda, escrito por Sébastien Perez.
      • Derechos, discriminación y ultranarcicismo, bajo su lupa crítica y poética. Y un anticipo de su próxima obra, también con Perez.

      Benjamin Lacombe en la Feria del Libro: "Vivimos entre Bambi y Dorian Gray"Benjamin Lacombe. Foto: Maxi Failla

      Benjamin Lacombe cuenta que tenía 12 o 13 años cuando leyó por primera vez El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Era parte de la bibliografía en la secundaria de París e ilustrarlo se convirtió en un sueño que, casi 30 años después, hizo realidad.

      De hecho, Lacombe, ilustrador celebradísimo, autor de unas 40 obras, vino a presentar ese sueño cumplido en la Feria del Libro y firmará ejemplares en el stand de Edelvives (Pabellón Amarillo de La Rural) hoy, 1 de mayo, a partir de las 17.

      Lacombe (1982) suele contar que empezó a dibujar de chiquito, como todos, pero nunca paró. Estudió en la Escuela de Artes Decorativas de París y, a los 19 años, publicó un cómic. Su trabajo de final de carrera, Cereza Guinda, se convirtió en 2006 en su primer libro para chicos. Y siguió con obras para ese público, para jóvenes y para adultos. Caperucita Roja. Una versión de Alicia en el País de las maravillas insuperable. O Cuentos macabros, de Edgar Allan Poe, entre tantos otros.

      Las influencias en la obra de Benjamin Lacombe van desde la pintura del Quattrocento y de los Prerrafaelistas hasta Tim Burton, pasando por películas como Metrópolis de Fritz Lang. Y siempre conjuga belleza, extrañeza (a veces, hasta lo tétrico) y cierta tristeza vaga, melancolía.

      Lacombe suele decir también que ilustrar es iluminar. Eso hizo con Bambi (al que enfocó como una obra que enuncia el acecho del nazismo en 1923), La Sirenita (el clásico cuento del danés Hans Christian Andersen al que leyó en clave de universo queer) e Historias de mujeres samuráis, que escribió Sébastien Perez (1975), su pareja, con quien trabajó en varios proyectos en las últimas dos décadas.

      Dorian Gray. Benjamin Lacombe. Foto: EdelvivesDorian Gray. Benjamin Lacombe. Foto: Edelvives

      ¿Qué cambió desde tu primera lectura de El retrato de Dorian Gray a la que hiciste para esta obra?

      Lacombe:- Fue un redescubrimiento del libro, porque esta edición tiene el agregado de las partes censuradas. Entonces ha sido literalmente una lectura nueva. Se sumaron fragmentos muy duros, que te permiten una mejor comprensión de la historia. Esa nueva lectura fue también una manera de conocer la historia del libro, es decir, la historia de la historia. Y también, de volver a la historia de amor de Oscar Wilde, a su vida, a sus tragedias… Este libro tiene algo de premonitorio para Wilde.

      Recordanos.

      –Oscar Wilde imagina a su Dorian Gray rubio, con sus bucles, sublime. Y después, cuando conoce al Alfred Douglas (su gran amor) dice que él es la encarnación de su criatura literaria. En realidad, el libro es una historia de múltiples amores. La historia de amor de Dorian con su reflejo en el retrato. La de Basil Hallward (el pintor en la novela de Wilde) con el propio Dorian y con su obra sobre él. Ese cuadro le permite descubrirse y, al mismo tiempo, lo lleva a la perdición. Lo eleva y también lo muestra como el monstruo que es. Todo esto es un poco lo que le pasa a Oscar Wilde al vivir su amor con Alfred Douglas: se convierte en un paria social, va a juicio, a la cárcel (por sodomía), sobrevive y sale casi directo a encontrar su final.

      Dorian Gray. Tapa. Foto: EdelvivesDorian Gray. Tapa. Foto: Edelvives

      ¿Qué tiene de singular El retrato de Dorian Gray entre tus obras?

      –Trata de lo bello y lo terrible y de lo aceptado y lo condenado, como mis otros trabajos. Pero es un libro particular para mí. Primero, porque tiene un protagonista masculino y un protagonista masculino que actúa casi como una femme fatal. Además, más allá de mostrarte las historias de amor e incluso la tragedia del amor a sí mismo, habla del arte, del artista y de la relación con su obra. Y en ese sentido, lo siento cercano.

      ¿Qué subrayás respecto del arte?

      –La reflexión que presenta Oscar Wilde. Lo hace primero en el prefacio, cuando, bueno, es un artista que nos habla del arte, nos habla del arte con certeza, nos habla de la belleza. Pero parece ser un artista que ha vivido poco. Y después le pasa todo lo que le pasa: el amor, el desamor, el repudio social, el juicio, la cárcel, etcétera. Entonces aparece escribiendo De profundis en la prisión. Es un nuevo artista, otro, un artista que vivió, sufrió, y finalmente todo, arte incluido, es un gran interrogante.

      ¿Ese fue tu gran desafío para ilustrar El retrato de Dorian Gray?

      –Fue un desafío hacer una representación de una pintura extraordinaria. Y que esa pintura, a su vez, sufriera movimientos durante el relato. ¿Y cómo hacer para representar algo irrealmente bello? Para mí, estas eran la grandes preguntas que había que plantearse.

      La perla negra

      Las respuestas a esas cuestiones fueron técnicas, dice Lacombe. Y toma un ejemplar del libro y muestra cómo su retrato de Dorian Gray se va transformando cuando levanta capas de papel de calcar liviano y suave como seda. Cómo, con el paso de las hojas, aparecen las arrugas en la cara de Dorian hasta que sólo queda oscuridad. ¿Nada?

      Muestra cómo el uso de un barniz hace que algunas figuras aparezcan o desaparezcan según cómo les da la luz.

      Cómo las manchas casi abstractas, a modo de la pintura impresionista, son mucho más que una alusión a la movida casi contemporánea a la primera publicación de El retrato de Dorian Gray, en 1890. O a la atmósfera de aquella época. “La segunda Revolución Industrial, la moral victoriana, un mundo en eclosión, de fronteras lábiles, poco definidas”, como dice Lacombe.

      Y explica: “Si observas un fragmento de una hoja del Bambi que ilustré, reconocés el bosque. Pero, en el caso del retrato de Dorian, si miras las manchas en detalle sólo ves un par de pinceladas. Las representaciones surgen cuando mirás la composición entera. Porque de lo que se trata esto es de qué modo las sensaciones y los sentimientos más dispares juegan juntos. Eso quise llevar al libro”.

      Hay más. ¿Cuántos tonos de negro conocen? La tapa de El retrato de Dorian Gray según Benjamin Lacombe permite descubrir variedades de negro. Otra vez, por más de una razón.

      La primera es que la obra inaugura la colección Mariposa Negra, dedicada a indagar en las imágenes y las formas de representación, que Lacombe dirige en la editorial francesa Gallimard.

      La segunda es una metáfora perfecta de este trabajo dicha por el propio Lacombe: “Quise que mi retrato de Dorian Gray fuera literalmente una perla negra”.

      Benjamin Lacombe y Sébastien Perez. Foto: Maxi Failla Benjamin Lacombe y Sébastien Perez. Foto: Maxi Failla

      La sociedad de lo falso

      ¿Qué dice El retrato de Dorian Gray del mundo de hoy?

      –Vivimos en el mundo de Dorian, en el sentido de que esta es una sociedad ultra narcisista. Dorian Gray, ¿qué era? ¿La máscara de la belleza? ¿De una belleza inmaculada? Tenía todo. Era rico, era bello, era joven. Y era un monstruo. Hoy en día tenemos los monstruos de las redes sociales con máscaras virtuales. Sabemos que muestran una vida que no tiene nada que ver con la real. Sabemos que eso que muestran está calculado milimétricamente y que alimenta siempre la necesidad de de tener más dinero, más likes. Esta es una sociedad de la imagen, es una sociedad del parecer, es una sociedad de lo falso. Está lleno de personas que modifican su cuerpo con cirugías estéticas. La imagen es una máscara tanto física como social. Y a su vez esto deriva en una especie de esquizofrenia en la que nos vemos obligados a vivir cuando elegimos algo de todo eso.

      Conocer para crear

      -Siempre te documentás para ilustrar tus libros. Además de apoyar tus interpretaciones, ¿tiene que ver con el interés de dar prestigio a la Ilustración?

      –Si no conozco, si no entiendo, no puedo dar profundidad a lo que hago. El conocimiento efectivamente permite hacer eso, porque estar documentado, haber investigado, emancipa y esa emancipación permite hacer otras exploraciones y nuevas lecturas.

      ¿Qué pensás sobre la Inteligencia Artificial (IA) y la idea de que borrará los límites entre fantasía y realidad?

      –La IA trae interrogantes y problemas. De lo que estoy convencido de que hay que regularla porque se nutre de lo que ya está hecho, de nuestras obras, de nuestras traducciones, de nuestros textos. Y en particular, los autores, toda la humanidad que genera, no recibe ni créditos ni dinero. Entonces, la necesidad de regulación es urgente. Luego, como ayuda creativa, la IA no quita límites. Al contrario. Te ofrece refritos que limitan. Ahora, ¿puede ser una herramienta? ¿Un recurso a utilizar? Sí. Podría trabajarse con IA a nivel de los borradores, por ejemplo, de un primer paso de un proyecto.

      Un japonismo feminista

      Desde Eldelvives explican que Lafcadio Hearn fue reconocido como el primer gran japonólogo de la literatura occidental, por sus relatos de fantasmas y sus libros de divulgación. Gracias a su mujer japonesa, conoció cuentos tradicionales que reescribió.

      Historias de mujeres samuráis. De Lacombe y Perez. Foto: EdelvivesHistorias de mujeres samuráis. De Lacombe y Perez. Foto: Edelvives

      Sobre esos textos trabajó Benjamin Lacombe, quien lleva publicados varios volúmenes sobre las tradiciones japonesas, con ilustraciones con aires de Oriente pero como nadie más las había presentado.

      En tanto, Historia de mujeres samuráis, la obra que escribió Perez e ilustró Lacombe, contó con el asesoramiento del especialista en cultura japonesa Matthias Hayek.

      Ante la falta de bibliografía específica sobre mujeres en la tradición japonesa, ambos crearon a partir de personajes históricos y de leyendas.

      Tapa. Valor 53.900 pesos. Foto: Edelvives.Tapa. Valor 53.900 pesos. Foto: Edelvives.

      ¿Cómo fue trabajar juntos sobre un universo tan ajeno?

      Sébastien Pérez: –Benjamin estuvo desde el inicio de la serie de libros sobre Japón y yo me sumé con el de las mujeres samuráis. Fue también un trabajo de investigación y de descubrimiento. El descubrimiento de un Japón desde el 963 después de Cristo hasta las samuráis del siglo 20. En relación a tu pregunta sobre la IA, te diría que ocurrió lo opuesto a borrar límites. La IA recibe unos datos y devuelve esos datos. No puede imaginar. Pero la búsqueda que encaramos nosotros parte de la premisa de conocer para impulsar la creatividad.

      Lacombe: –Bueno, la creatividad es un tema filosófico. Me acuerdo de lo que sucedió cuando salió el e-book. Se hablaba del fin del libro. Y en realidad el e-book sirvió para mostrar que los libros son irremplazables y para entender mejor qué hace que un libro sea un libro. ¿Qué hace que una imagen o un objeto sea arte? Marcel Duchamp (con su célebre mingitorio) planteó la duda pero la cuestión aún no está cerrada.

      ¿Un regalo de Navidad?

      ¿Cuál es la obra propia favorita de cada uno?

      Perez: –Es muy difícil elegir.

      Lacombe: –La próxima.

      ¡¿Cuál es la próxima?!

      Lacombe: –Es un libro muy tierno, muy personal, que escribirá Sébastien.

      Perez: –Sobre la Navidad, con un salto generacional. Por ahora, no podemos decir más...

      Lacombe: –Creo que nos es difícil elegir un libro porque todos los que hacemos tienen que ver con proyectos personales y los sentimos propios. Siempre soñé con ilustrar a Dorian Gray pero cada obra tiene su tiempo. Aparte de lo que hablamos, porque la temática es importante, los derechos homosexuales, más en este momento en el que hay de nuevo auge de discursos y leyes homofóbicos, transfóbicos. El retrato... es un libro que está hecho por un artista que lo dio todo, que fue objeto de censura, que hizo todo por defender su libertad. Y por otro lado hice, por ejemplo, Bambi. ¿Parece que esos libros no tienen que ver? Pero, en definitiva, hoy vivimos en parte de esos mundos, un poco entre Bambi y Dorian Gray.

      Explicanos.

      Lacombe: –Decíamos que vivimos en el mundo de Dorian. Y también lo hacemos en el de Bambi, que fue escrito en la década de 1920 por un autor judío (Felix Salten) que, en realidad, puso en palabras el clima que anticipaba el nazismo. Pensá en el antisemitismo de ahora... Tal vez, los libros nos permitan ponernos en el lugar de los oprimidos.

      Perez: –Y sumemos a las mujeres samuráis, desafiantes, guerreras.

      ¿Por ejemplo? La emperatriz Jingu, que se cuenta que conquistó tres reinos enemigos en el siglo III. O Nagano Takeko, quien lideró un ejército de mujeres en el XIX.

      Lacombe: – Las tradiciones de Oriente también pueden hablar del presente en el mundo. Hoy, cuando los derechos sobre la disposición de los cuerpos de las mujeres parecen retroceder en parte de Occidente o cuando tenés mujeres sometidas, silenciadas, debajo de burkas en Afganistán, la frase de Simone de Beauvoir de 1949, citada en la contratapa de Historia de mujeres... continúa vigente: "No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa, para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos".


      Benjamin Lacombe firmará ejemplares en el stand de Edelvives hoy, 1 de mayo, a partir de las 17.


      Sobre la firma

      Judith Savloff
      Judith Savloff

      Editora [email protected]

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